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Las brujas de Eastwick

Reseña de las Brujas de Eastwick.

El libro arranca con tres mujeres, Alexandra, Jane y Sukie, brujas, divorciadas y madres. Cada una tiene su amante y sus tareas cotidianas, Alexandra esculpe unas pequeñas deidades bautizadas como bubbies que se venden a montones en un negocio local, Jane da clases de piano y toca el violoncello en conciertos de una iglesia local. Sukie es periodista y está a cargo de la columna de chismes del periódico local. Lo local es importante. La historia transcurre en los años sesenta en Eastwick, una pequeña localidad de Rhode Island, famosa por haber ajusticiado brujas en la antigüedad. Una localidad cerrada, conservadora, pueblo chico, infierno grande, podríamos decir. Y las tres protagonistas no se adaptan a los estándares de la época y esa sociedad, las tres divorciadas, han tenido diversos amantes y lidian como pueden con su mantenimiento económico y el de sus hijos. Usan sus brujerías en maldades ¿inofensivas? tormentas desatadas de pronto para despoblar una playa y que corra el perro, romper un collar de perlas para importunar a alguien molesto. No parecen ser felices, aunque tampoco lo contrario, entienden y disfrutan su soltería como un acto de liberación. Alexandra engendra su magia desde la tierra, de la siembra, de sus plantas y la arcilla, su poder viene de la naturaleza. Jane expresa en la música, en la fuerza que le mana del alma a través de las cuerdas de su instrumento y estalla en el silencio de la noche. Sukie es bella, sociable, es vínculo y palabra. Los jueves tienen su ritual de amistad donde toman, conversan y desatan su cono de poder. Tienen amantes pero no necesitan a un hombre en sus vidas más allá de esos encuentros ocasionales. Todo fluye así hasta que llega Darryl Van Horne con sus lujos estrafalarios y compra la mansión Lenox, situación esta (casa y dueño) a la que las tres brujas se sienten atraídas sin remedio.

El libro se extiende interminablemente en conversaciones telefónicas entre las tres brujas. Algo curioso y que me llamó mucho la atención es que las líneas de diálogo son breves pero lo que sucede en sus mentes mientras conversan, sus evocaciones y la telepatía entre ellas es la verdadera riqueza de la narrativa. Lo que parece en el comienzo del libro un cierto esbozo de ideas feministas en las críticas que las brujas hacen de una sociedad conservadora y patriarcal y en las libertades que ellas eligen para sus vidas, pronto, con la aparición de Darryl Van Horne van tomando otro rumbo puesto que toda la historia se centra en los aquelarres subidos de tono que surgen en la mansión y que tienen a Darryl como imán y centro, desagradable pero irresistible para ellas, quien erosiona, distorsiona y rompe el vínculo que las une. La magia que surge desde este punto es oscura y tenebrosa, los hechizos devienen maldiciones y arrastran culpa y muerte.

Las tres largas partes del libro, más bien lentas y centradas más en las descripciones y las conversaciones que en la acción, van planteando un escenario propicio a un gran final que sin embargo no llega. A lo largo de todo el tiempo que duró mi lectura, mi compañero me iba consultando por dónde iba para comentarme detalles de la película de los ochenta que se hizo como adaptación de esta historia. Nada parecía coincidir. Al terminar el libro, leí reseñas comparativas y no podrían ser más diferentes. El libro no logró cautivarme más allá de pequeños fragmentos, pero al leer reseñas de la película me quedo con el libro, definitivamente.


Pueden leer la reseña y seguirme en Goodreads por acá: https://www.goodreads.com/review/show/3103841534

¡gracias por compartir!