Es enero, corresponde estrenar el año con un posteo en este blog que se llama “enero en la ciudad”. Es fin de mes y el último plazo se acerca a velocidad vertiginosa. Me siento en la computadora y abro el blog. Cinco posteos en todo 2021: cinco. Cuatro de ellos fueron generados para otros espacios previamente. Sin embargo, la carpeta de ideas de notas está saturada de documentos a medio escribir. Así que decido algo arriesgado: juntaré todas esas ideas en un posteo tipo ‘diario personal’ para de alguna manera hacerle honor a la escritura garabateada durante todo el año que pasó.
Abril de 2021. Reflexión innecesaria sobre el tiempo y su imposible gestión
Hace tiempo que extraño escribir, escribir por disfrute, por el mero placer de buscar las palabras que más me gusten para contar/les algo. Esa cruza entre crónica, relato, noticia, que puede ser un posteo en facebook. Hace tiempo que me limito a compartir posteos de otros, alguna que otra foto, recuerdos, videos, gacetillas, información importante que quiero compartir, fotos en Instagram, noticias o breves en Twitter, algún random en alguna otra red social; pero no un posteo largo, de palabras elegidas en un rato de escritura para contarles algo. Fui y me fijé en facebook (que es el espacio donde escribo más largo), hice scroll un buen rato, hasta que me aburrí, y no encontré un posteo del tipo del que estaba buscando.
Creo que eso tiene que ver con varias cosas. La falta de tiempo es una, la principal por supuesto. Siempre es fácil echarle la culpa al tiempo. Pero no sería justo. El tiempo siempre es escaso y una tiene la posibilidad de elegir en qué lo usa. Entonces lo único que puedo concluir es que he tenido otras prioridades. Otras prioridades diferentes a “escribir”. Y eso me genera sensaciones encontradas. Iba a escribir “me preocupa” pero no sé si sería verdad. Mi blog se llama “Enero en la ciudad” y el último posteo hasta este abril 2021 fue el 31 de diciembre. Nunca antes me había pasado que no hubiera un posteo durante el mes de enero en mi blog. Este año pasó, pasó el mes y no publiqué ninguna entrada. Preparé muchas cosas, videos breves para hacer una presentación a un “por venir” canal de eneroenlaciudad; armé selecciones de libros de los que quería hablar, balances de lecturas, series y demás que dejaron hitos en mi recorrido de los últimos meses. Ideas de notas que iban acumulando ideas, referencias, cruces de lecturas y temas, complejizándose cada vez más hasta volverse imposibles.
El tiempo era justamente el eje de varias de esas “ideas de notas”. Porque leí “Momo”, de Michael Ende y los hombres grises… bueno… me inquietaron. Pero además el libro dialogaba hermoso con otros tres que fueron los leídos inmediatamente antes. El tiempo los atravesaba como un hilo rojo que los uniría para siempre en mi itinerario, entre ellos y conmigo. Pero además mientras vivía estas lecturas (nunca mejor elegido el verbo, fueron libros que viví plenamente a la par de leerlos) hacía un curso sobre “gestión del tiempo” -no me juzguen- y lidiaba con el armado de una planilla tipo horario para intentar ¿eficientizar mi nivel de eficacia? en la organización de mi tiempo laboral y quizás también de mi tiempo de esparcimiento al intentar generar espacio para ese tipo de tiempo. Entonces a la vez que veía videos sobre cómo generar tiempo libre organizando mejor mi gestión de correos electrónicos (posta que eso existe) ganando minutos por cada hora, o evaluaba esta idea de que conocerme, conocer mis ideales, mis intereses, mis capacidades era una forma genuina de entender mejor a qué quería dedicar mi tiempo y mis proyectos y de esa manera poder elegir mejor, también coexistían en mi mente fundamentos innegables: el vital, el realmente importante es el tiempo no gestionado, el tiempo no ahorrado, el tiempo vivido, con la piel, con los propios, con la gente querida. Creo que no puedo imaginar un mejor escenario para…
[aquí acababa ese posteo, vaya uno a saber qué escenario imaginaba en abril 2021. Venía además de un comienzo de año sin ningún rastro de tiempo libre.]
Mayo de 2021. La bienvenida a editoriales nuevas y absolutamente necesarias
Amparo y César, los Fuentes, son una pareja recién mudada a un barrio de la ciudad de Córdoba (Argentina) de la que la narradora prefiere no acordarse. En plena mudanza, su vecina Vicky les da la bienvenida con visita y budín.
[Nunca llegué a escribir este posteo, pero era una clara bienvenida a Laberinto Ediciones, un sello -por ahora digital- de historieta creado por la amiga, docente y escritora Valeria Daveloza. Dejo aquí la información de lectura: «Perra», una novela gráfica que se acaba de publicar, digital, libre, con licencias Creative Commons. Con guión a cargo Valeria Daveloza e ilustraciones de Joel Ojeda. Se le puede pedir el pdf a la autora o leer en: https://issuu.com/laberinto_ediciones/docs/perra-_laberinto_ediciones
Cada sello nuevo que nace en mi ciudad es un motivo de orgullo colectivo y alegría comunitaria. Y si nace con licencias libres que permiten hacer rodar las lecturas con mayor facilidad es motivo de emoción profunda. Les invito a seguir al sello en su instagram: @laberinto_ediciones ]
También Mayo de 2021. Compartir y bancar, dos caras de la misma moneda
[Esto ni siquiera fueron ideas para el blog, eran un punteo de cosas para un proyecto que nunca salió y una recomendación de una serie de notas y videos que no llegué a escribir, pero como nada de todo esto caduca en el tiempo, y porque siempre hablaré de cultura libre, aquí va, ligeramente editado para que se entienda]
me gusta compartir lo que sé
es para mí la base de la cultura
por eso es libre
trato además de hacerlo gratis siempre que puedo
charlas, talleres, videos, encuentros
porque todo lo que aprendí sobre la cultura libre fue siempre gratis
Pdfs, artículos y videos de Beatriz Busaniche en cantidades infinitas,
“Copia este libro” de David Bravo
horas y horas y horas y horas de lecturas en el blog de Ártica
conversaciones sin principio, sin fin, sin conclusiones pero con horizontes y motivos claros junto a compañeros de militancia de Libre Base compartiendo lo que saben,
espacios de “preguntas frecuentes” en las páginas más variadas y entradas de wikipedia
foros, wikis y grupos de telegram
no aprendí nada de eso en los cursos de gestión editorial, comunicación social ni ningún otro estudio formal.
Por eso, por la comunidad que comparte lo que sabe
porque me siento parte de esa comunidad
porque no puede evitarlo
porque estoy convencida que juntes pensamos mejor
por eso comparto siempre todo lo que sé
porque lo que sé no es mío, lo aprendí junto a otres
y permitir que siga rodando creo que es lo mejor que tengo para dar.
[El Gato y la Caja es un proyecto que banco (en el sentido metafórico pero también en el formal porque soy Bancante del proyecto. “Bancante”: (n. prop.) Personas que nos permiten generar contenido libre para todo el mundo). Compartió en mayo de 2021 una serie de posteos/videos que me apunté a compartir: Cultura en movimiento. Lo hice de hecho en todas las redes sociales, pero quería escribir un post que tratara sobre la emoción vinculada al desarrollo de proyectos libres y gratuitos, todo lo que me mueve por dentro cada vez que leo o escucho su frase de cabecera “Libre para todes. Gratis para siempre”.]
La nota en cuestión que se llamó “Jardines en internet” incluye la palabra jardín que me moviliza a un nivel difícil de describir y el fragmento que elijo para compartir dice así:
Un jardín en internet. Un espacio que creamos, habitamos, compartimos, cuidamos y sostenemos como personas que eligen que exista. Para armar y mantener esos jardines, para que se sostengan y crezcan en el tiempo necesitamos tres cosas: que Creadores, Creadoras y Equipos conozcan estos modelos y formas concretas de usarlos; que existan herramientas tecnológicas concretas capaces de efectivizar esa voluntad y que las personas y Comunidades conozcan el potencial de darles forma a los espacios comunes de internet que queremos habitar. Los charlemos, los queramos, los creemos.
Aquí el artículo: https://elgatoylacaja.com/cultura-en-movimiento-parte-1-jardines-en-internet
Aquí el video: https://youtu.be/ZZfaAUha58c
Mediados y fines de 2021. Nunca se es demasiado vieja para jugar rol por primera vez
Siempre me he quejado de que me faltaron los mediadores precisos en los momentos oportunos para algunas cosas, puntualmente en este posteo mencionaré dos: mediadores que me presentaran lecturas de fantasía y ciencia ficción a los 12 y gente que me acercara al mundo de las aventuras gráficas y los juegos de rol. Da pudor pasar la barrera de los cuarenta y darse cuenta qué magnífica vida hubiera tenido si estas cosas me hubieran acompañado desde siempre, ni hablar que tendría una experiencia que ni por asomo llegaré a tener en el corto plazo. Con la lectura no pasa nada, simplemente agarrar los libros y ya. Si me da vergüenza reconocer que no tengo ciertas lecturas hechas puedo leerlas sin decirle a nadie y listo. Lleva tiempo y seguramente no golpearán en la cabeza y el cuore como a los 13 pero igual se pueden leer. Pero con el juego de rol es distinto, hace falta equipo con quien jugar y a quien primeramente debés reconocerle que no entendés nada, que captás la idea pero no te sabés la terminología, ni las reglas, ni lo que se estila, nada.
Vale en este punto contar cómo llegué a querer jugar rol. En primer lugar hace ya varios años me ganaron las ganas de hacer un libro-juego en Ediciones de la Terraza. Que fuera una antología de cuentos y que a la vez fuera un tablero de juego donde los protagonistas de los cuentos fueran personajes. “Eso que querés hacer es un juego de rol” me dijo Jó (amigo, escritor, ilustrador y mi primer referente en juegos de mesa). Guardé la idea y me prometí investigar. En segundo lugar, antes o después en el tiempo pero hace mucho, leí una historia en redes sociales que me hizo llorar de emoción: la historia de Terminatur. No les quiero espoilear, la pueden leer por acá: https://www.facebook.com/david.ochoa.rufian/posts/1333473070149968
Supe al leer esa historia que alguna vez en la vida jugaría rol. Y que cuando armara mi personaje sería uno de una vez y para siempre. “Calabozos y dragones” hasta ese momento solo había sido una serie de dibujitos animados que me había marcado la infancia y ahora abría frente a mis ojos una enorme nueva puerta de posibilidades. La narrativa como una manera de vivir historias en tantos formatos más que la lectura propiamente dicha.
En 2021 jugué rol por primera vez, nos falta aún la última sesión para terminar la aventura y he quedado muy frustrada. Me di cuenta de algo que me enerva, y es que soy muy capaz de trasladar todos los miedos del mundo real al ficcional, así, sin faltar ni uno. Sobre todo el miedo a la humillación pública y a la falta de reacción ante circunstancias nuevas, peligrosas o inesperadas. La mente en blanco (o quizás en negro), la parálisis, la falta de ideas y una neblina que me rodea al sentir que les estoy fallando a los compañeros de juego, a lo que esperan de mí (o de mi personaje para ser más precisa).
[Me pasa parecido en el mundo de los videojuegos, donde también soy nueva. Me estoy descubriendo fan absoluta de los juegos de aventura de mundos abiertos. Me desafían a un punto que pensé ningún nuevo proyecto me desafiaría ya a mi edad. Me he enamorado sin remedio].
Octubre de 2020 en adelante y vigente a la fecha. Las narrativas, la curiosidad y la exploración constante: los ejes de mi camino ninja
Tengo un documento abierto con ese nombre y veo que le he estado agregando comentarios y pegando links desde octubre 2020 a la fecha, cuando esté listo -si es que eso sucede alguna vez- será un posteo largo, como lo fueron en su momento el artículo de la cultura libre Mujercitas y Anne Shirley o el del software los jardines digitales y las redes sociales. Me limitaré a contar de dónde salió el nombre del que espero sea un lindo texto en algún momento. Naruto acompañó a toda la familia largos meses de pandemia, de ahí vino la parte de “mi camino ninja”, un camino inquebrantable con convicciones fuertes. El resto fue el libro álbum “El sendero” de Mariano Díaz Prieto editado por Pipala que instaló un enorme y hermoso viaje del héroe para encontrar lo que sea que buscaba: ¿sabiduría? ¿magia? ¿un destino? El resto fue reconocerme como ninja protagonista de mi propio viaje ¿y cuál es mi camino ninja? Yo creo que es la curiosidad constante, algo que une a los personajes del animé Avatar (Katara sobre todo) y los elementos (fuego, aire, tierra, agua), con los personajes de Genshin Impact por estos días, con los del viaje en busca de una misma, todo eso impregnado de las posibilidades de las narrativas transmedia, las ficciones digitales, los videojuegos, los juegos de rol y en el medio de todo eso el amor que he sentido, siento y sentiré siempre por la magia de la lectura y la literatura de aventuras. Acá corresponderían links a la web de revista Ludorama, a su grupo de Telegram, a la serie de Sword Art Online o la película de Ready Player One, a una bocha de artículos y bibliografía de Lucas Ramada Prieto que me anduvo compartiendo Melisa Maina después de horas y horas de charla sobre esta cosa hermosa que es la literatura fuera de sus márgenes, pero déjenme pensar todo mejor, ordenar mis reflexiones un poco más que por ahora estoy en la fase de juego y mis fronteras acaban de expandirse a un mundo nuevo, tengo aún mucho por explorar.
He cumplido. Más o menos de todo esto quise escribir en 2021. Con este posteo libero mi sentimiento de culpa por los posteos no escritos y me aventuro al 2022 con el lienzo en blanco de todas las entradas que espero escribir.