Comparto con ustedes la crónica que escribí para Prefiero mi Arte. Sí, así como lo escuchan. Fui de invitada al programa pero con un rol: escribir la crónica. Tomá pa vos. No cualquiera. Orgullosa, se las muestro.
Las redes sociales permiten cruces de lo más interesantes. Alguien invita, otro recomienda, algún otro comparte, aquel pone me gusta, este comenta y de pronto sucede algo extraño: Conozco un programa de radio que se llama Prefiero mi arte y me gusta, sin haberlo escuchado en vivo ni una sola vez. Es que, ustedes comprenderán, soy mamá de dos niñas, Ema, mi bebé de casi un añito y Tania, de 4 años que va al jardín todas las mañanas. Los martes de 22:00 a 0:00 estoy en plenísima rutina de hacer que dejen de jugar, se laven las manos, coman, se alisten para dormir ¡y se duerman! Y eso casi nunca sucede antes de las doce. Ahorita mismo estoy aprovechando que justo se tomaron una siesta las dos juntas, así que crucen los dedos para que no se despierten por un buen rato.
Arqueología de un programa
Hasta hace un par de semanas atrás, que fui al programa, mi relación con él crecía vía facebook. Los martes a la tarde me copaba con las presentaciones de los invitados, a quienes no escucharía hasta semanas después entrando a la sección de episodios anteriores. Los miércoles a la mañana escudriñaba la foto de cierre del programa y por los comentarios trataba de reconstruir de qué se había tratado. Así fui conociendo proyectos, gente, propuestas, por demás interesantes, añadiendo amigos y agregando páginas a favoritos, sin haber escuchado el programa en vivo ni una sola vez. Sin duda, una experiencia extraña, una suerte de arqueología digital en la que una foto, un comentario, un estado compartido, semana tras semana dejaban de ser elementos sueltos para convertirse en las huellas del arte que prefiere un montón de gente, un montón de amigos y ahora yo también.
Hasta que me llegó la invitación a participar del programa como redactora. Mi arte para el programa sería esta crónica, me explicaron. Así de simple, con la llegada de un mail, la cómoda observación semanal que hacía del programa desde mi silla de trabajo desapareció y dejó en su lugar una inmensa, tremenda ansiedad. Y fui. Obvio. ¿Qué arqueólogo se lo hubiera perdido?
Cuando el perfil web de alguien se convierte, efectivamente, en alguien
Ese martes, a las 21:30 hs, llegué a Casa de Pepino y en la puerta me encontré con uno de los invitados al programa. Un instante clave: cuando el perfil web de alguien se convierte, efectivamente, en alguien. De a poco, mientras los locos lindos de Prefiero mi arte armaban todo, y por todo me refiero a sonido, computadora, micrófonos, mesa, sillas, vasos de colores, crayones, láminas de conejos y unos cuantos etcéteras más, fueron llegando los otros invitados. Algunos nos reconocíamos al toque por los respectivos perfiles web, otros no tanto. Al rato nomás ya nos contábamos anécdotas mientras esperábamos que todo estuviera listo.
Mientras nos sentábamos a la mesa, todavía un poco cohibidos, Tita arrancó con dos temas para romper el hielo: el botón de su pantalón que la tenía desconcentrada y el fantástico guiso de lentejas que funcionó como coartada para que Euge Gitelli musicalizara el programa desde el hogar. Lo que no entendí era quién había cocinado ese guiso, detalle insignificante porque imaginen, era de noche, hora de cenar, estaba bien fresco y hablaban de un guisazo de lentejas. Creo que a esa altura todos lo estábamos saboreando, humeante y sabroso. Efectivamente, el guiso rompió el hielo. Después del primer tema musical vinieron las debidas presentaciones. ¿Y saben qué?, me voy a tomar el atrevimiento de no presentar exhaustivamente a los invitados, para que hagan el ejercicio del arqueólogo y exploren estas huellas, también clickeen un enlace, pongan un me gusta, lean un estado, marquen páginas favoritas y todo eso de lo que hablé antes. Tiene el encanto de sentirse un descubridor.
William Sery, carpintero y actor, coordina Espacio Máscara, y es uruguayo. Hablamos de teatro en Córdoba, del excelente nivel actoral que tiene la provincia y el hermoso momento por el que está pasando. Hablamos de cosas que todos los que amamos lo que hacemos, sabemos: trabajar de lunes a lunes, reinvertir, pero reinvertir todo, para ver los resultados frutos del esfuerzo, intercambiar con amigos, y al final del día darte cuenta que lo que hacés, lo que amás hacer, te hace feliz.
Ahí nomás llegó la Eventera y tiró la justa: “Hay que buscar un cómplice para salir” y el dato no es menor porque muchas veces el éxito de la salida depende de saber elegir un buen cómplice, el cómplice indicado. Y ahí nomás enumeró una agenda imperdible para los días que seguían. Háganle caso, en serio, yo lo hice y fui a una de sus sugerencias y acá está mi cara de felicidad. Compartir una salida así con mi enana y verle la cara iluminada por una obra de arte que le gustó, es impagable.
Con Alfredo Muñoz, el invitado de medios, se planteó un tema re interesante ¿se valora el trabajo de un operador de radio? Hablamos de world music, de bandas emergentes y nombró tantos programas de radio en los que opera que acabé mareada. Clave Auricular, El gusto es mío, Poca Vida Radiorock… Diría que mejor lo sigan a él y no se pierdan nada.
Mientras, alrededor de la mesa, Silvina, la productora, hacía círculos en el aire cada vez más grandes, mientras más hablaba el invitado, más grandes los círculos. Tita se servía una empanada y mirando para ambos lados decía “coman, coman que si no me siento sola”. Y nosotros comimos y comimos, no saben lo ricas que estaban esas empanadas. Las invitadas de la tribuna pintaban conejos con una explosión de arte y color y… ¡Epa! se despertó mi gordita y llora, aguántenme que preparo la merienda y vuelvo.
Con Julieta Seco llegó el momento cordobés del programa: Los balcones como una forma de conocer nuestra ciudad. En Nueva Córdoba, en el Centro de la ciudad, un balcón es sinónimo de contacto con la naturaleza, es un refugio, la sucursal de un patio. Se vive en los balcones y Julieta nos lo mostró así.
Y hablando de balcones, aunque no es lo mismo, me tocó el turno a mí y hablé de los proyectos que nacen en esta terraza. Queda medio flojo que hable mucho de mí, así que la hago corta: amo los libros y los libros ilustrados, como éste que será posible gracias a 58 personas que apostaron por él. Amo los desafíos y el trabajo autogestivo y colectivo. Y un poco de todo lo que me gusta lo encuentran por acá.
Finalmente, Gonzalo Ramirez, el autoconvocado del programa, administrador y futuro locutor, contó acerca del proyecto en el que trabaja con pasión: se trata de una aplicación para celulares (a todos nos gustan las apps y esta tiene algo muy genial). Así que no les voy a contar más nada, entren acá para saber un poco más y acá para descargarla.
Listo. He cumplido. Mis niñas se han portado bien. Una ha repetido “mamá” ciento cinco veces en los últimos cinco minutos, con tanta ternura que no puedo evitar alzarla y darle un apretado abrazo hasta que llora. La otra quiere que deje la compu de una buena vez para jugar con ella en la terraza.
Quería contar mucho más, las anécdotas de los amores de primavera de todos los invitados, el fantástico coro que armamos para la foto antes de irnos, y tanto más. Y bueno, así es la cosa, juntás a seis personas que prefieren su arte con una banda de gente linda que, además de preferir su arte, tienen este fantástico espacio en Casa de Pepino. A la mezcla le sumás empanadas y un vinito y de postre unos escones de dulce de leche impresionantes y nada puede salir mal. La cosa está clara desde un principio. Esto que hicimos y se hace en Casa de Pepino todos los martes no es radio, o si lo es, es una versión ampliada y mejorada. Y miren cómo se los digo, ¡quiero volver!
Fuente original: http://prefieromiarte.com.ar/cronica-de-prefiero-mi-arte/