Les comparto un cuento muy viejo, de los poquísimos cuentos que he escrito en mi vida (la escritura fue mía en base a debates y conversaciones enormes y hermosas con los cumpas del staff de la revista Huellas, en la que salió publicado), viejo en serio, fechado de finales del 2002. Me tomé el atrevimiento en aquellos años, de mechar en el cuento fragmentos de una obra que me fascina y me ha marcado en muchísimos niveles: Farenheit 451, de Ray Bradbury. Digamos que fue un movimiento atrevido, como quien —para expresar una idea— se sube sin más sobre los hombros de un gigante.
Aprovecho el aniversario del nacimiento de Bradbury para tomar coraje y compartirlo. Ser una mujer libro ha sido mi propósito desde entonces, aunque quizás debería decir desde siempre, desde que mi mamá puso por primera vez un libro en mis manos. Ser una mujer libro y habitar, convivir y luchar por un mundo mejor junto a otres en una comunidad es mi manera de entender la vida. Les convido el cuento, y les espero en los comentarios.